¿Todavía alguien en su sano juicio se atreverá a poner en entredicho las palabras de la familia Maldonado y de la licenciada López Mulero con la aseveración de que hay una mafia institucional que campea por su respeto en nuestra isla?
El devastador huracán María, el escándalo del famoso chat, la salida abrupta del gobernador de turno, los temblores de la zona sur y la terrible pandemia del Covid 19 no fueron suficientes para golpear nuestra dignidad y hacernos tambalear de tristezas y dolor. Ahora se destapa un vil patrón para saquear los recursos naturales en nuestra isla ubicado específicamente en nuestras costas.
La bofetada de Will Smith en los premios Oscar se queda chiquita con la que nos está dando el gobierno a todos los puertorriqueños sin distinción de credo, nivel académico, raza, preferencia sexual o partido político. Aquí no se salva nadie, perdemos todos, porque todo pasa como si nada estuviese ocurriendo. No hay peor enemigo al éxito que aceptar ser conformista o mediocre. Nuestro país jamás podrá echar hacia adelante con tanto listo haciéndose pasar por tonto.
Como planificador y profesor universitario sé que el desarrollo económico es vital en un país, máxime en quiebra, pero no puede ser a costillas de perder nuestros recursos en las zonas de reservas naturales y sobre todo perder nuestra dignidad de pueblo como si esto fuese aceptable.
Lo triste es que esto lleva pasando hacen décadas y nuestros líderes, si es que se merecen así ser llamados, se hacen de la vista larga. El dinero y el poder fomenta el silencio de las agencias fiscalizadoras, tanto las estatales como las federales. Ni se diga la responsabilidad de las administraciones municipales que pasan la papa caliente como si ellos no fueran los principales responsables por velar lo que sucede en sus municipios.
Si no es mafia, entonces, tenemos un grupo de soquetes gobernándonos que se merecen no una bofetada, sino nuestro rechazo rotundo por las burradas que los siguen distinguiendo históricamente.
Lo de Salinas es un crimen garrafal, pero aquí se han y se siguen violentando las leyes y las zonas protegidas alrededor de nuestras costas desde hace unas décadas. ¿País de ley y orden? ¡Que asco por Dios! ¡Qué dolor existencial! ¿Cómo se atreven afirmar con su boquita de comer semejante mentira?